Desde La Plata Corresponsalía de LA CAPITAL
El 9 de julio de 1816 los diputados de las provincias concretaron la revolución que había comenzado el 25 de mayo 1810. A las dos de la tarde de ese día, tras largas idas y vueltas, rupturas, desacuerdos, internas y en medio de un complicado panorama exterior, congresistas de Buenos Aires y el resto de las provincias del interior declararon “sobre la faz de la tierra” la voluntad de “romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España”.
Nada sencillo, sostiene el doctor en Historia Fernando Enrique Barba que insiste en que el historiador debe ponerse en el lugar de los protagonistas de la época. La independencia era evidente desde 1810 y sin embargo “había tipos que eran timoratos en el sentido de hacer explícito lo que era implícito en las acciones”, asegura y dice entender la situación que atravesaban para tomar decisiones.
En Tucumán los diputados “dejaron todo abierto como para establecer una monarquía constitucional” en nuestro territorio: “Era la forma de ser aceptados por Europa”. ¿Para comerciar? “No, ya se comerciaba -dice Barba-. En esa época comerciabas con ellos o te morías”.
-¿Los protagonistas del Congreso de Tucumán eran políticos como los de hoy, con sus contradicciones y sus internas?
-No, la mayor parte de ellos era gente que tenía una posición totalmente tomada a favor de la organización del país y de confirmar la independencia argentina que para mí nació el 25 de mayo. Era otra cosa, nadie cobraba, muchos se pagaban ellos mismos los viajes y estadía porque no había dinero para viáticos.
-Había quienes coqueteaban con Gran Bretaña, quienes lo hacían con una monarquía Inca. ¿Todos por una misma causa?
-Lo de la monarquía Inca lo larga en un momento Belgrano pero yo creo que todos los que estaban ahí sabían que era imposible. Anchorena se reía y decía: “Quieren que los chocolates nos gobiernen”. Lo que se buscaba en ese momento era el apoyo de la población indígena del Alto Perú, lo que es actualmente Bolivia, porque era una supremacía total para la lucha contra los realistas que en ese momento estaban muy fuertes. También había algunos que suavemente hablaban de un sistema republicano pero la mayor parte de los diputados se inclinaba a favor de un sistema monárquico y lo dejaron abierto como para establecer una monarquía constitucional. San Martín mismo decía que la mejor forma era una monarquía al estilo británico, donde el rey reina pero no gobierna. Era la forma de ser aceptados por Europa. Hablar de república era hablar de Revolución Francesa y de todos los males que trajeron esas guerras permanentes que destrozaron los países centrales de Europa.
-¿Se buscaba el reconocimiento para poder comerciar?
-No, comerciar se comerciaba, pero para conseguir la independencia necesitás que te reconozcan desde el punto de vista diplomático. El momento en que se declara la independencia era uno de los más difíciles desde el punto de vista de la política exterior: Chile y el Alto Perú estaban ocupados por los realistas, la Banda Oriental había sido ocupada por los portugueses y para peor se produjo lo que se conoce como “La Restauración”, con la caída de Napoleón, donde los países de Europa apoyan a las monarquías que habían sufrido la prisión de su rey, como la de España. En ese momento las luchas por la independencia estaban rodeadas por todos lados. Estados Unidos, que podría habernos reconocido, estaba gestionando que España le vendiera Florida y si apoyaban a la revolución seguramente no lo iba a hacer. Cuando España vende Florida en 1823 después viene el reconocimiento de Estados Unidos y eso desencadena el reconocimiento de otras naciones. Después como acá no iban a comerciar con quienes no lo reconocieran a partir del 1 de enero de 1825 se produce el reconocimiento de Inglaterra.
-De todas formas, ¿había quienes buscaban un acercamiento a Inglaterra?
-Los proyectos monárquicos comienzan seriamente en 1918. Primero quisieron buscar un príncipe británico para que nos protejan, pero Inglaterra se niega porque le interesaba más el equilibrio del continente europeo. Ya había aprendido que lo mejor era el comercio sin meterse a gobernar. Era más barato, menos oneroso y menos riesgoso. Después buscaron un príncipe francés y después en 1820 se descubrió que estaban buscando, de la Casa Borbón, al príncipe de Luca, un pequeño Estado de Italia que no podía proteger a nadie. La idea de un monarca extranjero era para que la nación que nos mandara un monarca protegiera la independencia. Uno lo ve ahora y dice que es un disparate pero uno ahora sabe, y ve un montón de cosas que ellos no sabían. En un momento se hablaba de la inminencia de un ataque español apoyado por Rusia y por Francia.
-Que no resultó así, ¿verdad?
-En 1823 el ministro de relaciones exteriores de Inglaterra George Canning mandó una nota a Francia diciendo que no iba aceptar que ninguna nación apoyara España para reconquistar América. Pero el ministro Desolles le dijo: “Nosotros no tenemos nada que ver”, lo cual es cierto, pero eran habladurías. Ellos veían que se les venía el mundo encima, veían las luchas internas, que no terminaba la guerra con el Perú, la guerra de la independencia termina en noviembre del año ‘24 en Ayacucho, es decir que la gente en esos años veía el mundo más negro de lo que estaba. Porque las comunicaciones eran lentísimas, además eran rumores y llegaban y se comunicaban entre los diferentes americanos; eran noticias muy terribles que después uno sabe que no pasaron, pero ellos no lo sabían. Cuando uno estudia historia tiene que tratar de ponerse en el lugar y en el pensamiento de la gente que estaba en ese momento. No se puede juzgar ciertas cosas desde el punto de vista actual.
-Se declara la independencia política pero todos los manuales de historia nos dicen que quedamos en dependencia económica de Inglaterra.
-Sí, es real. Pero se da por lógica. ¡Ojo! La dependencia económica no es tan así como puede ser entendida hoy, lo que pasa es que Inglaterra era el mayor socio comercial pero ellos no venían a decir qué es lo que teníamos que hacer, porque no había capitales invertidos. Y venían naves de todos lados pero el porcentaje mayoritario era de origen británico, era la gran nación en esa época. En esa época comerciabas con ellos o te morías. Había un vínculo muy fuerte con los ingleses pero les pasaba a todos los países, nos guste o no nos guste.
-Al comienzo dijiste que la independencia no fue en 1816 sino en 1810.
-No cabe la menor duda en eso. Lo que pasa es que por cuestiones políticas no se declaró antes. En 1813 los tipos hacen la Asamblea General Constituyente para dictar una Constitución, que no se hace, pero se aprueba el himno, la escarapela, los símbolos patrios. Al final se hizo, pero todo esto hay que verlo en la situación interna y el contexto internacional en el que estaba el país. Había tipos que eran timoratos en el sentido de hacer explícito lo que era implícito en las acciones.
-¿El contexto exterior fue más propicio en 1816?
-No, más propicio para esconderse. Realmente era para meterse en la cama y guardarte un mes. No es tan fácil. Después uno ve los archivos de las cancillerías con todos esos peligros que en realidad no existieron nunca. Pero eso salió publicado después. Lo que más se tenía eran rumores y uno siempre piensa lo peor.
Por ejemplo que Francia ayude a España a reconquistar América. Después de que Estados Unidos reconoce la independencia sale la chorrera. En Inglaterra cuando vieron que Fernando VII no iba a hacer absolutamente nada salió el reconocimiento. La situación siguió siendo la misma porque ya todos sus cónsules y casas comerciales estaban montados. Lo que pasa es que el reconocimiento se hace en función de que nos podían prestar plata ?
El 9 de julio de 1816 los diputados de las provincias concretaron la revolución que había comenzado el 25 de mayo 1810. A las dos de la tarde de ese día, tras largas idas y vueltas, rupturas, desacuerdos, internas y en medio de un complicado panorama exterior, congresistas de Buenos Aires y el resto de las provincias del interior declararon “sobre la faz de la tierra” la voluntad de “romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España”.
Nada sencillo, sostiene el doctor en Historia Fernando Enrique Barba que insiste en que el historiador debe ponerse en el lugar de los protagonistas de la época. La independencia era evidente desde 1810 y sin embargo “había tipos que eran timoratos en el sentido de hacer explícito lo que era implícito en las acciones”, asegura y dice entender la situación que atravesaban para tomar decisiones.
En Tucumán los diputados “dejaron todo abierto como para establecer una monarquía constitucional” en nuestro territorio: “Era la forma de ser aceptados por Europa”. ¿Para comerciar? “No, ya se comerciaba -dice Barba-. En esa época comerciabas con ellos o te morías”.
-¿Los protagonistas del Congreso de Tucumán eran políticos como los de hoy, con sus contradicciones y sus internas?
-No, la mayor parte de ellos era gente que tenía una posición totalmente tomada a favor de la organización del país y de confirmar la independencia argentina que para mí nació el 25 de mayo. Era otra cosa, nadie cobraba, muchos se pagaban ellos mismos los viajes y estadía porque no había dinero para viáticos.
-Había quienes coqueteaban con Gran Bretaña, quienes lo hacían con una monarquía Inca. ¿Todos por una misma causa?
-Lo de la monarquía Inca lo larga en un momento Belgrano pero yo creo que todos los que estaban ahí sabían que era imposible. Anchorena se reía y decía: “Quieren que los chocolates nos gobiernen”. Lo que se buscaba en ese momento era el apoyo de la población indígena del Alto Perú, lo que es actualmente Bolivia, porque era una supremacía total para la lucha contra los realistas que en ese momento estaban muy fuertes. También había algunos que suavemente hablaban de un sistema republicano pero la mayor parte de los diputados se inclinaba a favor de un sistema monárquico y lo dejaron abierto como para establecer una monarquía constitucional. San Martín mismo decía que la mejor forma era una monarquía al estilo británico, donde el rey reina pero no gobierna. Era la forma de ser aceptados por Europa. Hablar de república era hablar de Revolución Francesa y de todos los males que trajeron esas guerras permanentes que destrozaron los países centrales de Europa.
-¿Se buscaba el reconocimiento para poder comerciar?
-No, comerciar se comerciaba, pero para conseguir la independencia necesitás que te reconozcan desde el punto de vista diplomático. El momento en que se declara la independencia era uno de los más difíciles desde el punto de vista de la política exterior: Chile y el Alto Perú estaban ocupados por los realistas, la Banda Oriental había sido ocupada por los portugueses y para peor se produjo lo que se conoce como “La Restauración”, con la caída de Napoleón, donde los países de Europa apoyan a las monarquías que habían sufrido la prisión de su rey, como la de España. En ese momento las luchas por la independencia estaban rodeadas por todos lados. Estados Unidos, que podría habernos reconocido, estaba gestionando que España le vendiera Florida y si apoyaban a la revolución seguramente no lo iba a hacer. Cuando España vende Florida en 1823 después viene el reconocimiento de Estados Unidos y eso desencadena el reconocimiento de otras naciones. Después como acá no iban a comerciar con quienes no lo reconocieran a partir del 1 de enero de 1825 se produce el reconocimiento de Inglaterra.
-De todas formas, ¿había quienes buscaban un acercamiento a Inglaterra?
-Los proyectos monárquicos comienzan seriamente en 1918. Primero quisieron buscar un príncipe británico para que nos protejan, pero Inglaterra se niega porque le interesaba más el equilibrio del continente europeo. Ya había aprendido que lo mejor era el comercio sin meterse a gobernar. Era más barato, menos oneroso y menos riesgoso. Después buscaron un príncipe francés y después en 1820 se descubrió que estaban buscando, de la Casa Borbón, al príncipe de Luca, un pequeño Estado de Italia que no podía proteger a nadie. La idea de un monarca extranjero era para que la nación que nos mandara un monarca protegiera la independencia. Uno lo ve ahora y dice que es un disparate pero uno ahora sabe, y ve un montón de cosas que ellos no sabían. En un momento se hablaba de la inminencia de un ataque español apoyado por Rusia y por Francia.
-Que no resultó así, ¿verdad?
-En 1823 el ministro de relaciones exteriores de Inglaterra George Canning mandó una nota a Francia diciendo que no iba aceptar que ninguna nación apoyara España para reconquistar América. Pero el ministro Desolles le dijo: “Nosotros no tenemos nada que ver”, lo cual es cierto, pero eran habladurías. Ellos veían que se les venía el mundo encima, veían las luchas internas, que no terminaba la guerra con el Perú, la guerra de la independencia termina en noviembre del año ‘24 en Ayacucho, es decir que la gente en esos años veía el mundo más negro de lo que estaba. Porque las comunicaciones eran lentísimas, además eran rumores y llegaban y se comunicaban entre los diferentes americanos; eran noticias muy terribles que después uno sabe que no pasaron, pero ellos no lo sabían. Cuando uno estudia historia tiene que tratar de ponerse en el lugar y en el pensamiento de la gente que estaba en ese momento. No se puede juzgar ciertas cosas desde el punto de vista actual.
-Se declara la independencia política pero todos los manuales de historia nos dicen que quedamos en dependencia económica de Inglaterra.
-Sí, es real. Pero se da por lógica. ¡Ojo! La dependencia económica no es tan así como puede ser entendida hoy, lo que pasa es que Inglaterra era el mayor socio comercial pero ellos no venían a decir qué es lo que teníamos que hacer, porque no había capitales invertidos. Y venían naves de todos lados pero el porcentaje mayoritario era de origen británico, era la gran nación en esa época. En esa época comerciabas con ellos o te morías. Había un vínculo muy fuerte con los ingleses pero les pasaba a todos los países, nos guste o no nos guste.
-Al comienzo dijiste que la independencia no fue en 1816 sino en 1810.
-No cabe la menor duda en eso. Lo que pasa es que por cuestiones políticas no se declaró antes. En 1813 los tipos hacen la Asamblea General Constituyente para dictar una Constitución, que no se hace, pero se aprueba el himno, la escarapela, los símbolos patrios. Al final se hizo, pero todo esto hay que verlo en la situación interna y el contexto internacional en el que estaba el país. Había tipos que eran timoratos en el sentido de hacer explícito lo que era implícito en las acciones.
-¿El contexto exterior fue más propicio en 1816?
-No, más propicio para esconderse. Realmente era para meterse en la cama y guardarte un mes. No es tan fácil. Después uno ve los archivos de las cancillerías con todos esos peligros que en realidad no existieron nunca. Pero eso salió publicado después. Lo que más se tenía eran rumores y uno siempre piensa lo peor.
Por ejemplo que Francia ayude a España a reconquistar América. Después de que Estados Unidos reconoce la independencia sale la chorrera. En Inglaterra cuando vieron que Fernando VII no iba a hacer absolutamente nada salió el reconocimiento. La situación siguió siendo la misma porque ya todos sus cónsules y casas comerciales estaban montados. Lo que pasa es que el reconocimiento se hace en función de que nos podían prestar plata ?
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