por Lic. Daniel Reynoso*
Especial para LA CAPITAL
Noventa buques mercantes,veinte de guerra,vienen topando arribalas aguas nuestras.
Qué los parió los gringos!!!hijuna gran siete;navegar tantos mares,venirse al cuete,qué digo venirse al cuete.
“Vuelta de Obligado”. Alfredo Zitarrosa,
Juan Manuel de Rosas ocupa un lugar central en la Historia Argentina. Ha sido y es considerado por algunos, como un déspota semibárbaro que oprimió al país durante veinte años dejando una pesada herencia de atraso y desorganización institucional y por otros como un defensor sin claudicaciones de los intereses nacionales y del Pueblo Argentino contra sus enemigos internos y externos. Por esto Rosas ha estado siempre en el centro de las polémicas acerca de la Historia Argentina del Siglo XIX y sus proyecciones sobre el siglo XX y la actualidad.
A partir de asumir el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1829 el Gobierno de Juan Manuel de Rosas atravesó dos crisis de suma importancia respecto a las relaciones diplomáticas y principalmente comerciales con las mayores potencias extranjeras con ambiciones en América del Sur, Francia e Inglaterra.
La Francia de Luis Felipe
La política exterior francesa en América del Sur había permanecido silenciosa por dos décadas, hasta que el rey Luis Felipe intentó recuperar para Francia su papel de gran potencia, obligando a varios países débiles a hacerle concesiones comerciales y cuando era posible, reducirlos a protectorados o colonias como fue el caso de Argelia en África. Gran Bretaña desde comienzos del siglo XIX había mantenido su interés en la región y por esto el Rey Francés expresaba que “…solo con el apoyo de una poderosa marina podrían abrirse nuevos mercados a los productos franceses…” impulsando así una empecinada política comercial basada en la agresión armada.
Los puertos de Buenos Aires y Montevideo fueron así bloqueados por la Armada Francesa e incluso se libró una batalla por la isla Martín García que fue ocupada por los franceses, comandados entonces por un ignoto Giuseppe Garibaldi. Finalmente los franceses abandonaron el bloqueo consiguiendo Rosas el reconocimiento de la Confederación Argentina como Estado Libre y Soberano por parte de Francia. Como consecuencia de este conflicto el gobierno de Rosas prohibió la navegación por los ríos interiores a naves extranjeras a fin de reforzar la presencia de la Aduana de Buenos Aires como único punto de ingreso y salida por el que la Confederación Argentina comerciaba con el exterior.
Inglaterra y la libre navegación
Durante largo tiempo, Inglaterra ya había reclamado la libre navegación por los ríos Paraná y Uruguay para poder vender sus productos en las provincias del Litoral y el Paraguay, sin que esto hubiera sido motivo de disputa.
La lucha por el dominio del control del Río de La Plata y la cambiante situación en la Banda Oriental, donde Fructuoso Rivera y Manuel Oribe se disputan el control de Montevideo y su campaña con la activa participación del gobierno de Rosas fue la excusa que generó que el 18 de septiembre de 1845 las flotas inglesa y francesa establezcan un bloqueo no sólo al puerto de Buenos Aires, sino a todos los puertos de la Confederación e impidieran que la flota porteña comandada por el Almirante Brown llevara suministros a Oribe en Montevideo.
La incursión de la armada inglesa y francesa contó a su favor con una coyuntura muy particular respecto a la consolidación de los Estados Nacionales y la integración de distintas regiones de América del Sur. De hecho el bloqueo Anglo Francés contó con el apoyo explícito de argentinos emigrados a Montevideo y la simpatía del gobierno de la provincia de Corrientes, que aliada al gobierno de Paraguay sostenía una férrea oposición a Rosas y la hegemonía comercial de Buenos Aires. En Uruguay también el bloqueo fue apoyado la facción liderada por Fructuoso Rivera, que había derrocado al gobierno de Oribe en 1838 y que a su vez, sitiaba Montevideo por tierra mientras que desde meses atrás por el río lo hacía la flota del Almirante Brown. Simultáneamente en el Imperio de Brasil se desarrollaba la guerra civil en Río Grande do Sul, cuyo proceso impuso al Imperio brasileño el diseño de una política de acercamiento al gobierno de Rosas muy distinta de la que tenía tradicionalmente respecto al Río de la Plata y la política de independencia de la “Provincia Cisplatina” como denominaban a la Banda Oriental. Como vemos la situación política interna en todos los países era compleja y los distintos bandos entrelazaban alianzas y enemistades simultáneamente de acuerdo a sus propios intereses particulares.
Llegaron hasta Corrientes
La flota Anglo Francesa combinada estaba integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes rebosantes de mercaderías. Contaba con avances tecnológicos que combinaban el uso de velas con motores a vapor y muchos poseían blindajes de hierro. Resolvieron forzar a cañonazos el paso del Paraná hasta llegar a tomar Corrientes, a fin de tener el dominio completo del río hasta el Paraguay. El 20 de noviembre de 1845 se produjo el enfrentamiento con las tropas de Rosas, dirigidas por su cuñado Lucio Norberto Mansilla en la denominada Vuelta de Obligado. La disparidad en numero de barcos, cañones y hombres era enorme, pero esto no amedrentó a los combatientes que habiendo cruzado cadenas sobre barcazas fondeadas sobre el río dieron dura pelea durante casi toda la jornada, contando solamente con un buque de guerra para cuidar de las cadenas.
El Dr. Sabino O’ Donnell, testigo de la batalla, dejó un importante testimonio de su desarrollo:
“… Empezó el fuego a las 9 y media y duró hasta las 5 y media de la tarde en las baterías, y continúa ahora entre el monte de Obligado el fuego de fusil (son las 11 de la noche). Mi tío ha permanecido entre los merlones de las baterías y entre las lluvias de balas y la metralla de 120 cañones enemigos. Desmontada ya nuestra artillería, apagados completamente sus fuegos, el enemigo hizo señas de desembarcar; entonces mi tío se puso personalmente al frente de la infantería y marchaba a impedir el desembarco, cuando cayó herido por el golpe de metralla; sin embargo se disputó el terreno con honor, y se salvó toda la artillería volante. Nuestra pérdida puede aproximarse a trescientos valientes entre muertos, heridos y contusos; la del enemigo puede decirse que es doblemente mayor; han echado al agua montones de cadáveres... Esta es una batalla muy gloriosa para nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad”
Las consecuencias de esta batalla y las posteriores mostraron que el efecto buscado principalmente por la escuadra anglo francesa que era principalmente el comercial no obtuvo el rédito esperado. Escasos negocios se pudieron hacer en Corrientes y Paraguay donde quedo claramente explicitado que Buenos Aires no sólo era un asiento de Aduana, sino que también era el centro de una aceitada red de comercio que se extendía mucho más allá de sus límites geográficos y que el principal motor de esa expansión estaba centrado en el poder financiero de los comerciantes porteños que podían comprar, vender y financiar tanto en pesos “fuertes” aceptados por los extranjeros como en el “papel moneda” de circulación interior.
Serán los propios comerciantes ingleses los que solicitarán a Londres el abandono del bloqueo dos años después de iniciado e incluso los que oficializarán las formas en que habían burlado el bloqueo durante la mayor parte del tiempo a través de “despachos internos” desde Montevideo a Buenos Aires.
Las consecuencias políticas fueron absolutamente inversas y le dio a Juan Manuel de Rosas un fuerte respaldo para su gobierno ya que la batalla tuvo gran difusión en toda América. El encargado de negocios de Estados Unidos escribió a su gobierno, que “… en ningún otro momento de la historia de estos países se ha enardecido mas el patriotismo y se han mitigado y suprimido mas las diferencias internas…” Tanto Chile, como Brasil cambiaron sus políticas hostiles a Juan Manuel de Rosas e incluso Juan Bautista Alberdi exiliado en Chile se conmovió y expresó que “…veía en la cabeza de Rosas la escarapela de Belgrano… y que el nombre de Washington es adorado en el mundo pero no mas conocido que el de Rosas…”
Dijo José de San Martín
El general Dn. José de San Martín expresó desde Francia: “…Los interventores habrían visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca… Esta contienda es, en mi opinión, de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España…” y ofreció su sable a Rosas como reconocimiento a su decisión de sostener la soberanía.
Gran Bretaña, con el Tratado Arana – Southern de 1847 concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana – Lepredour. Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado de la Banda Oriental.
Este enfrentamiento y el bloqueo Francés de 1838 le sirvieron a Rosa para forjar el cimiento de un nuevo orden político centrado en la unidad interna, y aunado por el surgimiento de un fuerte sentimiento patriótico ultrajado por la agresión externa. Sin embargo esto no fue suficiente para moderar o morigerar la hegemonía y el centralismo porteño sobre el resto de las provincias. El largo sitio de Montevideo y los bloqueos sentaron las bases de las disidencias políticas y económicas dentro de un sistema federal que tomo la consigna de la libre navegación de los ríos y el reparto equitativo de las rentas de la Aduana de Buenos Aires a través de su federalización como base de la rebelión que liderará posteriormente Urquiza y terminará con el gobierno de Rosas en 1852.
* Depto. Historia Fac. Humanidades
Universidad Nacional de Mar del Plata
Especial para LA CAPITAL
Noventa buques mercantes,veinte de guerra,vienen topando arribalas aguas nuestras.
Qué los parió los gringos!!!hijuna gran siete;navegar tantos mares,venirse al cuete,qué digo venirse al cuete.
“Vuelta de Obligado”. Alfredo Zitarrosa,
Juan Manuel de Rosas ocupa un lugar central en la Historia Argentina. Ha sido y es considerado por algunos, como un déspota semibárbaro que oprimió al país durante veinte años dejando una pesada herencia de atraso y desorganización institucional y por otros como un defensor sin claudicaciones de los intereses nacionales y del Pueblo Argentino contra sus enemigos internos y externos. Por esto Rosas ha estado siempre en el centro de las polémicas acerca de la Historia Argentina del Siglo XIX y sus proyecciones sobre el siglo XX y la actualidad.
A partir de asumir el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1829 el Gobierno de Juan Manuel de Rosas atravesó dos crisis de suma importancia respecto a las relaciones diplomáticas y principalmente comerciales con las mayores potencias extranjeras con ambiciones en América del Sur, Francia e Inglaterra.
La Francia de Luis Felipe
La política exterior francesa en América del Sur había permanecido silenciosa por dos décadas, hasta que el rey Luis Felipe intentó recuperar para Francia su papel de gran potencia, obligando a varios países débiles a hacerle concesiones comerciales y cuando era posible, reducirlos a protectorados o colonias como fue el caso de Argelia en África. Gran Bretaña desde comienzos del siglo XIX había mantenido su interés en la región y por esto el Rey Francés expresaba que “…solo con el apoyo de una poderosa marina podrían abrirse nuevos mercados a los productos franceses…” impulsando así una empecinada política comercial basada en la agresión armada.
Los puertos de Buenos Aires y Montevideo fueron así bloqueados por la Armada Francesa e incluso se libró una batalla por la isla Martín García que fue ocupada por los franceses, comandados entonces por un ignoto Giuseppe Garibaldi. Finalmente los franceses abandonaron el bloqueo consiguiendo Rosas el reconocimiento de la Confederación Argentina como Estado Libre y Soberano por parte de Francia. Como consecuencia de este conflicto el gobierno de Rosas prohibió la navegación por los ríos interiores a naves extranjeras a fin de reforzar la presencia de la Aduana de Buenos Aires como único punto de ingreso y salida por el que la Confederación Argentina comerciaba con el exterior.
Inglaterra y la libre navegación
Durante largo tiempo, Inglaterra ya había reclamado la libre navegación por los ríos Paraná y Uruguay para poder vender sus productos en las provincias del Litoral y el Paraguay, sin que esto hubiera sido motivo de disputa.
La lucha por el dominio del control del Río de La Plata y la cambiante situación en la Banda Oriental, donde Fructuoso Rivera y Manuel Oribe se disputan el control de Montevideo y su campaña con la activa participación del gobierno de Rosas fue la excusa que generó que el 18 de septiembre de 1845 las flotas inglesa y francesa establezcan un bloqueo no sólo al puerto de Buenos Aires, sino a todos los puertos de la Confederación e impidieran que la flota porteña comandada por el Almirante Brown llevara suministros a Oribe en Montevideo.
La incursión de la armada inglesa y francesa contó a su favor con una coyuntura muy particular respecto a la consolidación de los Estados Nacionales y la integración de distintas regiones de América del Sur. De hecho el bloqueo Anglo Francés contó con el apoyo explícito de argentinos emigrados a Montevideo y la simpatía del gobierno de la provincia de Corrientes, que aliada al gobierno de Paraguay sostenía una férrea oposición a Rosas y la hegemonía comercial de Buenos Aires. En Uruguay también el bloqueo fue apoyado la facción liderada por Fructuoso Rivera, que había derrocado al gobierno de Oribe en 1838 y que a su vez, sitiaba Montevideo por tierra mientras que desde meses atrás por el río lo hacía la flota del Almirante Brown. Simultáneamente en el Imperio de Brasil se desarrollaba la guerra civil en Río Grande do Sul, cuyo proceso impuso al Imperio brasileño el diseño de una política de acercamiento al gobierno de Rosas muy distinta de la que tenía tradicionalmente respecto al Río de la Plata y la política de independencia de la “Provincia Cisplatina” como denominaban a la Banda Oriental. Como vemos la situación política interna en todos los países era compleja y los distintos bandos entrelazaban alianzas y enemistades simultáneamente de acuerdo a sus propios intereses particulares.
Llegaron hasta Corrientes
La flota Anglo Francesa combinada estaba integrada por 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes rebosantes de mercaderías. Contaba con avances tecnológicos que combinaban el uso de velas con motores a vapor y muchos poseían blindajes de hierro. Resolvieron forzar a cañonazos el paso del Paraná hasta llegar a tomar Corrientes, a fin de tener el dominio completo del río hasta el Paraguay. El 20 de noviembre de 1845 se produjo el enfrentamiento con las tropas de Rosas, dirigidas por su cuñado Lucio Norberto Mansilla en la denominada Vuelta de Obligado. La disparidad en numero de barcos, cañones y hombres era enorme, pero esto no amedrentó a los combatientes que habiendo cruzado cadenas sobre barcazas fondeadas sobre el río dieron dura pelea durante casi toda la jornada, contando solamente con un buque de guerra para cuidar de las cadenas.
El Dr. Sabino O’ Donnell, testigo de la batalla, dejó un importante testimonio de su desarrollo:
“… Empezó el fuego a las 9 y media y duró hasta las 5 y media de la tarde en las baterías, y continúa ahora entre el monte de Obligado el fuego de fusil (son las 11 de la noche). Mi tío ha permanecido entre los merlones de las baterías y entre las lluvias de balas y la metralla de 120 cañones enemigos. Desmontada ya nuestra artillería, apagados completamente sus fuegos, el enemigo hizo señas de desembarcar; entonces mi tío se puso personalmente al frente de la infantería y marchaba a impedir el desembarco, cuando cayó herido por el golpe de metralla; sin embargo se disputó el terreno con honor, y se salvó toda la artillería volante. Nuestra pérdida puede aproximarse a trescientos valientes entre muertos, heridos y contusos; la del enemigo puede decirse que es doblemente mayor; han echado al agua montones de cadáveres... Esta es una batalla muy gloriosa para nuestro país. Nos hemos defendido con bizarría y heroicidad”
Las consecuencias de esta batalla y las posteriores mostraron que el efecto buscado principalmente por la escuadra anglo francesa que era principalmente el comercial no obtuvo el rédito esperado. Escasos negocios se pudieron hacer en Corrientes y Paraguay donde quedo claramente explicitado que Buenos Aires no sólo era un asiento de Aduana, sino que también era el centro de una aceitada red de comercio que se extendía mucho más allá de sus límites geográficos y que el principal motor de esa expansión estaba centrado en el poder financiero de los comerciantes porteños que podían comprar, vender y financiar tanto en pesos “fuertes” aceptados por los extranjeros como en el “papel moneda” de circulación interior.
Serán los propios comerciantes ingleses los que solicitarán a Londres el abandono del bloqueo dos años después de iniciado e incluso los que oficializarán las formas en que habían burlado el bloqueo durante la mayor parte del tiempo a través de “despachos internos” desde Montevideo a Buenos Aires.
Las consecuencias políticas fueron absolutamente inversas y le dio a Juan Manuel de Rosas un fuerte respaldo para su gobierno ya que la batalla tuvo gran difusión en toda América. El encargado de negocios de Estados Unidos escribió a su gobierno, que “… en ningún otro momento de la historia de estos países se ha enardecido mas el patriotismo y se han mitigado y suprimido mas las diferencias internas…” Tanto Chile, como Brasil cambiaron sus políticas hostiles a Juan Manuel de Rosas e incluso Juan Bautista Alberdi exiliado en Chile se conmovió y expresó que “…veía en la cabeza de Rosas la escarapela de Belgrano… y que el nombre de Washington es adorado en el mundo pero no mas conocido que el de Rosas…”
Dijo José de San Martín
El general Dn. José de San Martín expresó desde Francia: “…Los interventores habrían visto que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca… Esta contienda es, en mi opinión, de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España…” y ofreció su sable a Rosas como reconocimiento a su decisión de sostener la soberanía.
Gran Bretaña, con el Tratado Arana – Southern de 1847 concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana – Lepredour. Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado de la Banda Oriental.
Este enfrentamiento y el bloqueo Francés de 1838 le sirvieron a Rosa para forjar el cimiento de un nuevo orden político centrado en la unidad interna, y aunado por el surgimiento de un fuerte sentimiento patriótico ultrajado por la agresión externa. Sin embargo esto no fue suficiente para moderar o morigerar la hegemonía y el centralismo porteño sobre el resto de las provincias. El largo sitio de Montevideo y los bloqueos sentaron las bases de las disidencias políticas y económicas dentro de un sistema federal que tomo la consigna de la libre navegación de los ríos y el reparto equitativo de las rentas de la Aduana de Buenos Aires a través de su federalización como base de la rebelión que liderará posteriormente Urquiza y terminará con el gobierno de Rosas en 1852.
* Depto. Historia Fac. Humanidades
Universidad Nacional de Mar del Plata
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