El periodista Pablo Mendelevich es el autor del libro "El Final-Cómo dejan el gobierno los presidentes argentinos". La obra tuvo su lanzamiento apenas días atrás y el autor dialogó con LA CAPITAL el pasado martes, el día anterior al del inesperado y conmovedor deceso de Néstor Kirchner.
El de Néstor Kirchner ha pasado a ser otro caso de un presidente --en ejercicio de la función, o a poco de haberla dejado-- que sufre en su salud el estrés de ejercer el poder, con una consecuencia letal. En este sentido, lamentablemente, no es excepcional. Por el contrario, aparece como algo bastante común cuando se analiza la estadística histórica de los mandatarios. Kirchner podría sumarse a historias como la de Quintana, Roque Sáenz Peña u Ortiz, entre otros, cuya salud se deterioró en la medida en que sus gestiones se volvían más complejas, o a lo acontecido con José Félix Uriburu y Eduardo Lonardi, que dejaron de existir muy poco después de su paso por la Casa Rosada.
En el ejercicio del cargo
El recorrido por los cuatro presidentes que en la historia de la República Argentina murieron en funciones encuentra a Manuel Quintana (que asume en 1904), Roque Sáenz Peña (1910), Roberto Ortiz (1914) y Juan Domingo Perón (1973).
Cuando asumió Manuel Quintana, a los 69 años, ya existían rumores de que tenía problemas de salud. El, conocedor de las versiones, en esa instancia trató de aventarlas haciéndose un examen médico que le dio bien, según el mismo dijo.
Mendelevich no asegura que hayan deteriorado su salud las presiones, pero de estas tuvo y muy fuertes: como el levantamiento radical de 1905, un complot para matarlo y una pésima relación con su vicepresidente Figuroa Alcorta.
Roque Sáenz Peña, el conservador reformista que "se erigió --dice el autor de El Final-- en el sepulturero de la gran manipulación oficial de elecciones" al imponer al ley que llevaría su nombre para siempre del voto universal, secreto y obligatorio.
La diabetes que sufría antes de ser presidente no le dio tregua. El Senado lo forzaba a renunciar, pero su vicepresidente Victorino de la Plaza, que luego habría de imponer la nueva ley electoral, le fue siempre leal.
El siguiente presidente en morir durante al período para el que había sido elegido fue Roberto Marcelino Ortiz, durante la década del 30, la llamada "infame" por la práctica del fraude conservador, si bien Ortiz trató de corregirlo. También este presidente cayó víctima de una diabetes fulminante. Mendelevich, en una referencia a la relación entre presidentes y su respectivo vice, indica que la de Ortiz y Castillo no fue de las mejores, sino mucho más enconada que las que hasta entonces se conocían: Sarmiento y Alsina, Juárez Celman y Pellegrini y Alvear y González. El estado de Ortiz se agravó tras la muerte de su espora por la misma enfermedad, y en agosto de 1940, prácticamente ciego presentó su renuncia que no le fue aceptada para renunciar nuevamente, y de manera definitiva, en junio de 1942. Murió semanas después, el 15 de julio de 1942.
La salud de Perón, tema tabú
Sobre el último presidente argentino en morir en ejercicio del cargo, Juan Domingo Perón, señala Mendelevich:
"La salud de Perón era un tema tabú. Jamás se hablaba de éso en público, a menos que fuera para explicar que el presidente Perón se hllaba ligeramente resfriado, información suministrada en junio de 1974 pocos días antes de su muerte. Tal vez hoy cuesta entenderlo, pero no existía margen para plantear un interrogante tan razonable como si la candidata a vicepresidenta, Isabel Perón, estaba en condiciones, llegado el caso, de ejercer la presidencia. Semejante pregunta habría sido tomada como una blasfemia. Perón había tenido ya varias crisis cardíacas. Ese otoño viajó a Paraguay, donde pronunció un largo discurso después de haberse empapado por una lluvia torrencial. Murió el 1º de julio, tras cuatro días de agonía, sin haber logrado pacificar el país".
Lo normal, una anormalidad
---Mendelevich...¿la inestabilidad es una constante en la sucesión de presidentes?
---En la historia argentina la inestabilidad ha sido constante porque siempre hubo grandes dificultades para hacer funcionar el reloj institucional. La última vez que hubo una serie ordenada de presidentes cumpliendo el mandato constitucional de seis años fue hace 130 años con Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca.Y prácticamente nunca más hubo sucesiones ordenadas, mucho menos una serie. Podemos decir que la normalidad en la Argentina es la anormalidad, la excepcionalidad. Al revés que en los Estados Unidos, donde el reloj institucional no se alteró ni con el asesinato de Kenedy o la renuncia de Nixon.
---¿Y cuál es la o las razones de esa inestabilidad?
---En el libro no hago teorías sociológicas o históricas, sino reunir los hechos, que llevan a los finales traumáticos de los gobiernos. Hay tres grandes tipos de final traumático en la historia nacional: la muerte (con cuatro casos, los de Saenz Peña (hijo), Quintana, Ortiz y Perón), el golpe de estado, (seis casos en la historia), los presidentes depuestos como Yrigoyen, Castillo, Perón, Frondizi, Illia e Isabel, y los finales traumáticos producto de las crisis económica como ha sucedido con Juárez Celman, Luis Sáenz Peña, Alfonsín y De la Rúa.
--¿La inestabilidad política es común a los gobiernos de origen democrático?
---No sólo en ellos, porque la inestibilidad dentro de los régimenes militares, prueba que la anormalidad es una especie de virus que también ha atacado a los regímenes autoritarios.
---¿En los últimos años se ha observado una tendencia a que esa inestabilidad decrezca?
---En ésto tengo un mala noticia, porque es cierto que se puede decir que en la cultura política desaparecieron los golpes militares y creíamos que así también desaparecían los problemas de inestabilidad institucional. Pero no fue así, porque estamos viendo que la demoracia, excenta de militarismo, también es inestable. En la nueva democracia --es decir en el tiempo que se inicia con la presidencia de Alfonsín en 1983--, cuatro presidentes terminan antes el mandato: Alfonsín, seis meses antes; De la Rúa, al perder el control del país; Rodríguez Sáa, que duró seis días, y Duhalde, el menos difundido, que completó su obra, de sacar al país del colpaso pero yéndose seis meses antes. Fue la de Duhalde una renuncia anticipada, para disimular que hacía algo de dudosa constitucionalidad.
---¿La inestabilidad se asocia más con un color político?
---Creo que se debe atacar el mito de que los gobierno peronistas duran y que son estables y que los gobiernos radicales nunca terminan sus presidencias. Cuando se ve la estadística ésto es relativamente falso. En estos están empatados, radicales y peronistas. Porque el peronismo también disimula el caso de Campora que también fue derrocado en un golpe palaciego y que no pudo concretar su mandato. Y también hubo excepcionalidad con la presidencia de Néstor Kirchner, porque él tenía que gobernar cuatro años, y lo hizo medio año más.
--¿El descalificar a la oposición es un elemento de inestabilidad?
---Como una de sus tesis, el libro plantea, como causa de inestabilidad, que la descalificación a la oposición es una constante en muchos gobiernos, y que apunta a considerar la alternancia como algo negativo, siendo que la alternancia es una condicion para que que haya democracia. Ahora si se considera a la oposición como un enemigo, se impone la idea de que no hay otro que pueda suceder a quien está en el poder. Y también hay un elemento cultural, muy fuerte, que pasa por varias razones, una de ellas, el no valorar la democracia y sus reglas de juego.
---¿El poder presidencial desgasta?
---Podría contestar afirmativamente, observando la estadística, porque no son muchos los que han tenido una larga sobrevida luego de haber estado en la presidencia. Hay un caso extremo vigente de sobrevida, que es el general Levingston, que estuvo nueve meses en la presidencia que hoy vive, está muy bien y tiene 90 años. El caso más duradero es el del general Farrel que gobernaba cuando nació el peronismo y tuvo una sobrevida de 35 años. La sobrevida de Mitre, tras la presidencia, fue de 30 años
Estos son los casos de más sobrevida, pero, como se ve, son relativamente pocos, comparados con el total de 51 presidentes que hubo en los 200 años.
---Y en otro sentido, en el de presidentes que fallecen a poco de haber estado en la primera magistratura.
---Están los casos de Uriburu, que apenas muere apenas deja el poder y el caso de Lonardi, que sobrevive poco tiempo después de su desplazamiento.
El de Néstor Kirchner ha pasado a ser otro caso de un presidente --en ejercicio de la función, o a poco de haberla dejado-- que sufre en su salud el estrés de ejercer el poder, con una consecuencia letal. En este sentido, lamentablemente, no es excepcional. Por el contrario, aparece como algo bastante común cuando se analiza la estadística histórica de los mandatarios. Kirchner podría sumarse a historias como la de Quintana, Roque Sáenz Peña u Ortiz, entre otros, cuya salud se deterioró en la medida en que sus gestiones se volvían más complejas, o a lo acontecido con José Félix Uriburu y Eduardo Lonardi, que dejaron de existir muy poco después de su paso por la Casa Rosada.
En el ejercicio del cargo
El recorrido por los cuatro presidentes que en la historia de la República Argentina murieron en funciones encuentra a Manuel Quintana (que asume en 1904), Roque Sáenz Peña (1910), Roberto Ortiz (1914) y Juan Domingo Perón (1973).
Cuando asumió Manuel Quintana, a los 69 años, ya existían rumores de que tenía problemas de salud. El, conocedor de las versiones, en esa instancia trató de aventarlas haciéndose un examen médico que le dio bien, según el mismo dijo.
Mendelevich no asegura que hayan deteriorado su salud las presiones, pero de estas tuvo y muy fuertes: como el levantamiento radical de 1905, un complot para matarlo y una pésima relación con su vicepresidente Figuroa Alcorta.
Roque Sáenz Peña, el conservador reformista que "se erigió --dice el autor de El Final-- en el sepulturero de la gran manipulación oficial de elecciones" al imponer al ley que llevaría su nombre para siempre del voto universal, secreto y obligatorio.
La diabetes que sufría antes de ser presidente no le dio tregua. El Senado lo forzaba a renunciar, pero su vicepresidente Victorino de la Plaza, que luego habría de imponer la nueva ley electoral, le fue siempre leal.
El siguiente presidente en morir durante al período para el que había sido elegido fue Roberto Marcelino Ortiz, durante la década del 30, la llamada "infame" por la práctica del fraude conservador, si bien Ortiz trató de corregirlo. También este presidente cayó víctima de una diabetes fulminante. Mendelevich, en una referencia a la relación entre presidentes y su respectivo vice, indica que la de Ortiz y Castillo no fue de las mejores, sino mucho más enconada que las que hasta entonces se conocían: Sarmiento y Alsina, Juárez Celman y Pellegrini y Alvear y González. El estado de Ortiz se agravó tras la muerte de su espora por la misma enfermedad, y en agosto de 1940, prácticamente ciego presentó su renuncia que no le fue aceptada para renunciar nuevamente, y de manera definitiva, en junio de 1942. Murió semanas después, el 15 de julio de 1942.
La salud de Perón, tema tabú
Sobre el último presidente argentino en morir en ejercicio del cargo, Juan Domingo Perón, señala Mendelevich:
"La salud de Perón era un tema tabú. Jamás se hablaba de éso en público, a menos que fuera para explicar que el presidente Perón se hllaba ligeramente resfriado, información suministrada en junio de 1974 pocos días antes de su muerte. Tal vez hoy cuesta entenderlo, pero no existía margen para plantear un interrogante tan razonable como si la candidata a vicepresidenta, Isabel Perón, estaba en condiciones, llegado el caso, de ejercer la presidencia. Semejante pregunta habría sido tomada como una blasfemia. Perón había tenido ya varias crisis cardíacas. Ese otoño viajó a Paraguay, donde pronunció un largo discurso después de haberse empapado por una lluvia torrencial. Murió el 1º de julio, tras cuatro días de agonía, sin haber logrado pacificar el país".
Lo normal, una anormalidad
---Mendelevich...¿la inestabilidad es una constante en la sucesión de presidentes?
---En la historia argentina la inestabilidad ha sido constante porque siempre hubo grandes dificultades para hacer funcionar el reloj institucional. La última vez que hubo una serie ordenada de presidentes cumpliendo el mandato constitucional de seis años fue hace 130 años con Mitre, Sarmiento, Avellaneda y Roca.Y prácticamente nunca más hubo sucesiones ordenadas, mucho menos una serie. Podemos decir que la normalidad en la Argentina es la anormalidad, la excepcionalidad. Al revés que en los Estados Unidos, donde el reloj institucional no se alteró ni con el asesinato de Kenedy o la renuncia de Nixon.
---¿Y cuál es la o las razones de esa inestabilidad?
---En el libro no hago teorías sociológicas o históricas, sino reunir los hechos, que llevan a los finales traumáticos de los gobiernos. Hay tres grandes tipos de final traumático en la historia nacional: la muerte (con cuatro casos, los de Saenz Peña (hijo), Quintana, Ortiz y Perón), el golpe de estado, (seis casos en la historia), los presidentes depuestos como Yrigoyen, Castillo, Perón, Frondizi, Illia e Isabel, y los finales traumáticos producto de las crisis económica como ha sucedido con Juárez Celman, Luis Sáenz Peña, Alfonsín y De la Rúa.
--¿La inestabilidad política es común a los gobiernos de origen democrático?
---No sólo en ellos, porque la inestibilidad dentro de los régimenes militares, prueba que la anormalidad es una especie de virus que también ha atacado a los regímenes autoritarios.
---¿En los últimos años se ha observado una tendencia a que esa inestabilidad decrezca?
---En ésto tengo un mala noticia, porque es cierto que se puede decir que en la cultura política desaparecieron los golpes militares y creíamos que así también desaparecían los problemas de inestabilidad institucional. Pero no fue así, porque estamos viendo que la demoracia, excenta de militarismo, también es inestable. En la nueva democracia --es decir en el tiempo que se inicia con la presidencia de Alfonsín en 1983--, cuatro presidentes terminan antes el mandato: Alfonsín, seis meses antes; De la Rúa, al perder el control del país; Rodríguez Sáa, que duró seis días, y Duhalde, el menos difundido, que completó su obra, de sacar al país del colpaso pero yéndose seis meses antes. Fue la de Duhalde una renuncia anticipada, para disimular que hacía algo de dudosa constitucionalidad.
---¿La inestabilidad se asocia más con un color político?
---Creo que se debe atacar el mito de que los gobierno peronistas duran y que son estables y que los gobiernos radicales nunca terminan sus presidencias. Cuando se ve la estadística ésto es relativamente falso. En estos están empatados, radicales y peronistas. Porque el peronismo también disimula el caso de Campora que también fue derrocado en un golpe palaciego y que no pudo concretar su mandato. Y también hubo excepcionalidad con la presidencia de Néstor Kirchner, porque él tenía que gobernar cuatro años, y lo hizo medio año más.
--¿El descalificar a la oposición es un elemento de inestabilidad?
---Como una de sus tesis, el libro plantea, como causa de inestabilidad, que la descalificación a la oposición es una constante en muchos gobiernos, y que apunta a considerar la alternancia como algo negativo, siendo que la alternancia es una condicion para que que haya democracia. Ahora si se considera a la oposición como un enemigo, se impone la idea de que no hay otro que pueda suceder a quien está en el poder. Y también hay un elemento cultural, muy fuerte, que pasa por varias razones, una de ellas, el no valorar la democracia y sus reglas de juego.
---¿El poder presidencial desgasta?
---Podría contestar afirmativamente, observando la estadística, porque no son muchos los que han tenido una larga sobrevida luego de haber estado en la presidencia. Hay un caso extremo vigente de sobrevida, que es el general Levingston, que estuvo nueve meses en la presidencia que hoy vive, está muy bien y tiene 90 años. El caso más duradero es el del general Farrel que gobernaba cuando nació el peronismo y tuvo una sobrevida de 35 años. La sobrevida de Mitre, tras la presidencia, fue de 30 años
Estos son los casos de más sobrevida, pero, como se ve, son relativamente pocos, comparados con el total de 51 presidentes que hubo en los 200 años.
---Y en otro sentido, en el de presidentes que fallecen a poco de haber estado en la primera magistratura.
---Están los casos de Uriburu, que apenas muere apenas deja el poder y el caso de Lonardi, que sobrevive poco tiempo después de su desplazamiento.
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