Es llamada la "caja boba" pero cuando se consideran los extraordinarios cambios sociales que la televisión generó, o en los que influyó en mayor o menor medida --sobre ésto los teóricos de la comunicación no se cansan de discutir--, aquel rótulo parece encontrar una fuerte refutación.
¿Acaso la vida familiar no se vio en todo el mundo trastocada por la llegada de la TV? ¿La actividad política no cambió a partir de la posibilidad de llevar los discursos y debates a cada hogar? ¿La cultura, las costumbres de vida de hoy, no admiten muy fuertes condicionamientos también en ella?
Preguntas de este tipo, que podrían multiplicarse sin fin, está respondiendo el trabajo de una investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata, licenciada en Historia Inés Pérez, cuyos primeros resultados se han publicado recientemente con el título "La tele en casa-usos (públicos y privados) del televisor en la vida cotidiana". Abarca el período 1960-1980 y formó parte del tercer coloquio sobre "Pasado y presente de la Mar del Plata Social, que se presentó en la última feria del libro de Mar del Plata.
En diálogo con LA CAPITAL, la licenciada Pérez advierte sobre la "naturalidad" con la que la televisión hoy está presente en los hogares, en algunos casos hasta con un aparato por ambiente, comprendiendo las habitaciones de los más pequeños, a tal punto que a muchos jóvenes y chicos les resulta inmaginable pensar en cómo podía ser la vida misma cuando no existía.
Los estudios intelectuales sobre el impacto de la televisión se orientaron hacia los Estados Unidos y en cuanto a nuestro país suelen referir el desarrollo en el núcleo de capital y Gran Buenos Aires como si fuese el de toda la Argentina.
La investigación de Inés Pérez tiene la particularidad de advertir que la televisión fue una novedad largamente esperada en Mar del Plata, ya que las primeras emisiones del Canal 8 en esta ciudad, a partir del 18 de diciembre de 1960, se produjeron prácticamente una década después del inicio de la era televisiva en capital con Canal 7. Fueron prácticamente diez años de relatos sobre "lo que se veía en Buenos Aires", mientras en Mar del Plata el ansia por ver las emisiones en la capital hizo que se levantaran antenas altísimas con las que, sin embargo, pocas veces se lograban captar imágenes nítidas.
Así como en los Estados Unidos, y de acuerdo con la obra de Lynn Spigel, se produce rápidamente el proceso hacia el consumo privado de la televisión, en la Argentina se da de manera diferente. En nuestro país --y en este caso la referencia de Pérez es la historiadora Mirta Varela-- por unos años se da un importante consumo público por varios motivos, entre ellos uno económico (aquellos enormes aparatos, los primeros en comercializarse en la Argentina, eran muy caros) y otro político social. "Con el peronismo --señala Pérez-- se da una reapropiación por parte de los sectores populares de los espacios públicos urbanos. La participación política incluye la movilización a Plaza de Mayo. Hay otro público que accede al teatro. Calle Lavalle, avenida Corrientes, en ese tiempo testimonian los cambios del peronismo. La televisión primero se vio en los cafés, en esas calles, en sociedad de fomento, en clubes".
"Aquí en Mar del Plata pasó algo similar: la televisión habrá de llegar como parte de una evolución que han estudiado los historiadores Torre y Pastoriza, la de la democratización del bienestar que parte del peronismo en la segunda década de los 40 y continuará en las décadas de los 50 y los 60. La difusión de la televisión, que llevó dos décadas en Buenos Aires, aquí demandará una sóla".
Entre los testimonios tomados por la licenciada Inés Pérez para "La tele en casa" aparecen reflejadas las resistencias de los más grandes al nuevo medio que irrumpía al iniciarse la década del 60, como también el recuerdo inolvidable de dónde haber visto los primeros programas, por lo general en la casa de algún vecino donde se juntaban los chicos del barrio.
Fue un tiempo, el del consumo comunitario de la televisión, que se extendió, decreciendo, hasta fines de los 60. Cuando el del 20 de julio de 1969 el Hombre llega a la Luna ---un hecho eminentemente televisivo, que prácticamente todo el mundo civilizado vio en directo, excepto quienes pisaron suelo lunar, Armstrong y Collins-- el televisor ya estaba instalado como necesidad en los hogares de la ciudad. Un caso característico de aquel momento es el de una familia que recién entonces tuvo un televisor en la casa, que se lo prestaron para la ocasión; antes veían el 8 ó el 10 en el Club Alvarado o en la casa de algún vecino.
La "tele en casa" es un primer trabajo publicado como parte de un proyecto que irá abarcando otros medios de comunicación y que, en cuanto a la televisión, habrá de enfocar en próximos trabajos la transformación del consumo, las determinaciones tecnológicas, y la influencia en la evolución en los modelos de familias, entre otros aspectos.
Inés Pérez integra el grupo de estudios de la Facultad de Humanidades sobre Familia, Género y Subjetividades, que dirige el licenciado Norberto Alvarez.
¿Acaso la vida familiar no se vio en todo el mundo trastocada por la llegada de la TV? ¿La actividad política no cambió a partir de la posibilidad de llevar los discursos y debates a cada hogar? ¿La cultura, las costumbres de vida de hoy, no admiten muy fuertes condicionamientos también en ella?
Preguntas de este tipo, que podrían multiplicarse sin fin, está respondiendo el trabajo de una investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata, licenciada en Historia Inés Pérez, cuyos primeros resultados se han publicado recientemente con el título "La tele en casa-usos (públicos y privados) del televisor en la vida cotidiana". Abarca el período 1960-1980 y formó parte del tercer coloquio sobre "Pasado y presente de la Mar del Plata Social, que se presentó en la última feria del libro de Mar del Plata.
En diálogo con LA CAPITAL, la licenciada Pérez advierte sobre la "naturalidad" con la que la televisión hoy está presente en los hogares, en algunos casos hasta con un aparato por ambiente, comprendiendo las habitaciones de los más pequeños, a tal punto que a muchos jóvenes y chicos les resulta inmaginable pensar en cómo podía ser la vida misma cuando no existía.
Los estudios intelectuales sobre el impacto de la televisión se orientaron hacia los Estados Unidos y en cuanto a nuestro país suelen referir el desarrollo en el núcleo de capital y Gran Buenos Aires como si fuese el de toda la Argentina.
La investigación de Inés Pérez tiene la particularidad de advertir que la televisión fue una novedad largamente esperada en Mar del Plata, ya que las primeras emisiones del Canal 8 en esta ciudad, a partir del 18 de diciembre de 1960, se produjeron prácticamente una década después del inicio de la era televisiva en capital con Canal 7. Fueron prácticamente diez años de relatos sobre "lo que se veía en Buenos Aires", mientras en Mar del Plata el ansia por ver las emisiones en la capital hizo que se levantaran antenas altísimas con las que, sin embargo, pocas veces se lograban captar imágenes nítidas.
Así como en los Estados Unidos, y de acuerdo con la obra de Lynn Spigel, se produce rápidamente el proceso hacia el consumo privado de la televisión, en la Argentina se da de manera diferente. En nuestro país --y en este caso la referencia de Pérez es la historiadora Mirta Varela-- por unos años se da un importante consumo público por varios motivos, entre ellos uno económico (aquellos enormes aparatos, los primeros en comercializarse en la Argentina, eran muy caros) y otro político social. "Con el peronismo --señala Pérez-- se da una reapropiación por parte de los sectores populares de los espacios públicos urbanos. La participación política incluye la movilización a Plaza de Mayo. Hay otro público que accede al teatro. Calle Lavalle, avenida Corrientes, en ese tiempo testimonian los cambios del peronismo. La televisión primero se vio en los cafés, en esas calles, en sociedad de fomento, en clubes".
"Aquí en Mar del Plata pasó algo similar: la televisión habrá de llegar como parte de una evolución que han estudiado los historiadores Torre y Pastoriza, la de la democratización del bienestar que parte del peronismo en la segunda década de los 40 y continuará en las décadas de los 50 y los 60. La difusión de la televisión, que llevó dos décadas en Buenos Aires, aquí demandará una sóla".
Entre los testimonios tomados por la licenciada Inés Pérez para "La tele en casa" aparecen reflejadas las resistencias de los más grandes al nuevo medio que irrumpía al iniciarse la década del 60, como también el recuerdo inolvidable de dónde haber visto los primeros programas, por lo general en la casa de algún vecino donde se juntaban los chicos del barrio.
Fue un tiempo, el del consumo comunitario de la televisión, que se extendió, decreciendo, hasta fines de los 60. Cuando el del 20 de julio de 1969 el Hombre llega a la Luna ---un hecho eminentemente televisivo, que prácticamente todo el mundo civilizado vio en directo, excepto quienes pisaron suelo lunar, Armstrong y Collins-- el televisor ya estaba instalado como necesidad en los hogares de la ciudad. Un caso característico de aquel momento es el de una familia que recién entonces tuvo un televisor en la casa, que se lo prestaron para la ocasión; antes veían el 8 ó el 10 en el Club Alvarado o en la casa de algún vecino.
La "tele en casa" es un primer trabajo publicado como parte de un proyecto que irá abarcando otros medios de comunicación y que, en cuanto a la televisión, habrá de enfocar en próximos trabajos la transformación del consumo, las determinaciones tecnológicas, y la influencia en la evolución en los modelos de familias, entre otros aspectos.
Inés Pérez integra el grupo de estudios de la Facultad de Humanidades sobre Familia, Género y Subjetividades, que dirige el licenciado Norberto Alvarez.
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