por Pbro. Hugo W. Segovia
A cuatro meses de cumplirse el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco, y al paso de sus reliquias por Mar del Plata, el padre Hugo Segovia hace una reseña histórica de las extraordinaria figura del fundador de los salesianos.
Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888. Dos años antes había nacido Ceferino Namuncurá y ese mismo también moría en Asunción del Paraguay, Domingo Faustino Sarmiento siendo además el año en que se fundaba Miramar.
Habían pasado solo 16 años del nacimiento de la Sociedad de San Francisco de Sales (1859) en Turín y después de su rápido crecimiento en Italia se concretaba uno de los sueños más preciados de su fundador: el 14 de diciembre de 1875 llegaban a Buenos Aires cinco sacerdotes (dos de ellos tan relacionados con la historia y la geografía argentina como Juan Cagliero que llegó a ser el primer cardenal salesiano y José Fagnano que daría nombre a uno de los lagos más grandes de Sudamérica) acompañados de otros cinco maestros y profesores. Ese año había sido muy duro para los católicos de Buenos Aires: en marzo se había incendiado el colegio jesuíta del Salvador como parte de una empecinada campaña y con la consiguientes manifestaciones a favor y en contra. Eran años de duros enfrentamientos.
Presidente de la república era Nicolás Avellaneda y arzobispo de Buenos Aires, monseñor León Federico Aneiros (1873-94).
En los sueños de Don Bosco primaba la evangelización de la Patagonia pero también la atención de los inmigrantes italianos que llegaban a América en busca de mejores condiciones de vida y además la promoción de escuelas para la atención de la juventud pobre y abandonada.
Leyendo ahora lo que fue esa experiencia de lo que yo llamo “la epopeya salesiana” no se puede menos que emocionarse y admirar. Don Bosco les decía: “busquen almas no dinero ni honores ni dignidades” y les recomienda la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y les recuerda que tendrán un gran premio pero en el cielo.
Fue necesario esperar hasta 1884 para que se constituyera el Vicariato Apostólico de la Patagonia mientras que la congregación se extendía por todo el país.
El 26 de enero de 1879 llegaban las primeras Hijas de María Auxiliadora imbuídas de la misma espiritualidad.
Llegan ahora al país las reliquias del santo como comienzo del segundo centenario de su nacimiento (1815) que recorrerán los cinco continentes.
Desde las catacumbas de San Calixto (sitio que él visitaba y que ahora custodian sus padres) por todo lo que significa el lugar, ellas recorrerán la gran mayoría de nuestras provincias (casi no hay lugar adonde no han llegado los salesianos).
Al iniciarse esta peregrinación el 4 de junio el cardenal Bertone (salesiano también él) sintetizaba el sentido : “para confirmar la dedicación y el sacrificio de todos los que a lo largo de los años han trabajado; para renovar en todos, jóvenes y ancianos, el entusiasmo juvenil: para animar el compromiso incansable por la educación y para impulsarnos a ocuparnos cada vez más de la sociedad de hoy”.
Una figura gigantesca
Cuando Juan Bosco fue canonizado el 1º de abril de 1934, el papa Pío XI dijo que era muy difícil definirlo porque era “una figura gigantesca”.
Nacido en 1815 fue educado desde niño por su madre Margarita Occhiena, la famosa “mamma Margherita”, que sabía multiplicar la “minestra” cuando crecía la cantidad de jóvenes de la calle que acudían al hogar y que, incluso, tiene su causa de beatificación en camino. Ella, dice el historiador salesiano Rodolfo Fierro, le inculcó “una piedad varonil, franca y práctica”.
Para poder pagarse los estudios tuvo que desempeñar las más variadas tareas como mozo en granjas y cafés, sastre, zapatero, carpintero, herrero y repostero todo lo cual contribuyó a perfilar un estilo pastoral.
El mismo había fundado la Sociedad de la Alegría donde se recurría a tareas de titiritero, atleta e ilusionista. Dotado de una hermosa voz cantaba y tocaba armonio, piano y violín y tenía una gran capacidad para los idiomas y la literatura.
Todo ello era para él material que lo ayudaba a asumir la misión que le había asignado Jesús en uno de sus sueños que era la educación de la juventud mediante la formación religiosa pero también cívica, intelectual y moral teniendo como madre y maestra a la Virgen Auxiliadora.
Don Bosco vivió plenamente la realidad de su tiempo marcado por la revolución industrial que causaba bolsones de pobreza y marginación y cuyas víctimas eran los chicos de la calle a los cuales protegía con especial atención.
Sin embargo no se limitó a ello ya que su acción se extendió a todos los campos del apostolado: la prensa (miles de hojas volantes, libros de texto y propaganda, colecciones de clásicos italianos y de la literatura universal, bibliotecas para la juventud, obras de teatro, composiciones musicales) ya que nunca faltó en sus talleres la imprenta hasta el punto que la primera fábrica de papel del Piamonte fue fundada por él; la promoción de los laicos y hasta la diplomacia ya que, en un tiempo de grandes enfrentamientos políticos, demostró cualidades de mediación y arbitraje que también utilizó como consejero de Pío IX y de León XIII. Sin duda como se ha dicho “uno de los hombres que más ha trabajado en el mundo”.
Esta visita suya ahora ha sido como rehacer el camino de los misioneros que lo hicieron con tanta precariedad de medios pero con la fuerza de la fe.
Desde Ushuaia y hasta el confín septentrional del país necesitamos que el conocimiento de la historia revitalice una presencia renovada en la hondura de un hoy arduo pero apasionante.
A cuatro meses de cumplirse el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco, y al paso de sus reliquias por Mar del Plata, el padre Hugo Segovia hace una reseña histórica de las extraordinaria figura del fundador de los salesianos.
Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888. Dos años antes había nacido Ceferino Namuncurá y ese mismo también moría en Asunción del Paraguay, Domingo Faustino Sarmiento siendo además el año en que se fundaba Miramar.
Habían pasado solo 16 años del nacimiento de la Sociedad de San Francisco de Sales (1859) en Turín y después de su rápido crecimiento en Italia se concretaba uno de los sueños más preciados de su fundador: el 14 de diciembre de 1875 llegaban a Buenos Aires cinco sacerdotes (dos de ellos tan relacionados con la historia y la geografía argentina como Juan Cagliero que llegó a ser el primer cardenal salesiano y José Fagnano que daría nombre a uno de los lagos más grandes de Sudamérica) acompañados de otros cinco maestros y profesores. Ese año había sido muy duro para los católicos de Buenos Aires: en marzo se había incendiado el colegio jesuíta del Salvador como parte de una empecinada campaña y con la consiguientes manifestaciones a favor y en contra. Eran años de duros enfrentamientos.
Presidente de la república era Nicolás Avellaneda y arzobispo de Buenos Aires, monseñor León Federico Aneiros (1873-94).
En los sueños de Don Bosco primaba la evangelización de la Patagonia pero también la atención de los inmigrantes italianos que llegaban a América en busca de mejores condiciones de vida y además la promoción de escuelas para la atención de la juventud pobre y abandonada.
Leyendo ahora lo que fue esa experiencia de lo que yo llamo “la epopeya salesiana” no se puede menos que emocionarse y admirar. Don Bosco les decía: “busquen almas no dinero ni honores ni dignidades” y les recomienda la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y les recuerda que tendrán un gran premio pero en el cielo.
Fue necesario esperar hasta 1884 para que se constituyera el Vicariato Apostólico de la Patagonia mientras que la congregación se extendía por todo el país.
El 26 de enero de 1879 llegaban las primeras Hijas de María Auxiliadora imbuídas de la misma espiritualidad.
Llegan ahora al país las reliquias del santo como comienzo del segundo centenario de su nacimiento (1815) que recorrerán los cinco continentes.
Desde las catacumbas de San Calixto (sitio que él visitaba y que ahora custodian sus padres) por todo lo que significa el lugar, ellas recorrerán la gran mayoría de nuestras provincias (casi no hay lugar adonde no han llegado los salesianos).
Al iniciarse esta peregrinación el 4 de junio el cardenal Bertone (salesiano también él) sintetizaba el sentido : “para confirmar la dedicación y el sacrificio de todos los que a lo largo de los años han trabajado; para renovar en todos, jóvenes y ancianos, el entusiasmo juvenil: para animar el compromiso incansable por la educación y para impulsarnos a ocuparnos cada vez más de la sociedad de hoy”.
Una figura gigantesca
Cuando Juan Bosco fue canonizado el 1º de abril de 1934, el papa Pío XI dijo que era muy difícil definirlo porque era “una figura gigantesca”.
Nacido en 1815 fue educado desde niño por su madre Margarita Occhiena, la famosa “mamma Margherita”, que sabía multiplicar la “minestra” cuando crecía la cantidad de jóvenes de la calle que acudían al hogar y que, incluso, tiene su causa de beatificación en camino. Ella, dice el historiador salesiano Rodolfo Fierro, le inculcó “una piedad varonil, franca y práctica”.
Para poder pagarse los estudios tuvo que desempeñar las más variadas tareas como mozo en granjas y cafés, sastre, zapatero, carpintero, herrero y repostero todo lo cual contribuyó a perfilar un estilo pastoral.
El mismo había fundado la Sociedad de la Alegría donde se recurría a tareas de titiritero, atleta e ilusionista. Dotado de una hermosa voz cantaba y tocaba armonio, piano y violín y tenía una gran capacidad para los idiomas y la literatura.
Todo ello era para él material que lo ayudaba a asumir la misión que le había asignado Jesús en uno de sus sueños que era la educación de la juventud mediante la formación religiosa pero también cívica, intelectual y moral teniendo como madre y maestra a la Virgen Auxiliadora.
Don Bosco vivió plenamente la realidad de su tiempo marcado por la revolución industrial que causaba bolsones de pobreza y marginación y cuyas víctimas eran los chicos de la calle a los cuales protegía con especial atención.
Sin embargo no se limitó a ello ya que su acción se extendió a todos los campos del apostolado: la prensa (miles de hojas volantes, libros de texto y propaganda, colecciones de clásicos italianos y de la literatura universal, bibliotecas para la juventud, obras de teatro, composiciones musicales) ya que nunca faltó en sus talleres la imprenta hasta el punto que la primera fábrica de papel del Piamonte fue fundada por él; la promoción de los laicos y hasta la diplomacia ya que, en un tiempo de grandes enfrentamientos políticos, demostró cualidades de mediación y arbitraje que también utilizó como consejero de Pío IX y de León XIII. Sin duda como se ha dicho “uno de los hombres que más ha trabajado en el mundo”.
Esta visita suya ahora ha sido como rehacer el camino de los misioneros que lo hicieron con tanta precariedad de medios pero con la fuerza de la fe.
Desde Ushuaia y hasta el confín septentrional del país necesitamos que el conocimiento de la historia revitalice una presencia renovada en la hondura de un hoy arduo pero apasionante.
1 comentarios:
gracias Don Bosco por tu empeño en educar a los jovenes , especialmente a los jovenes con problemas, cuanto tenemos que aprender de vos. Como ex- alumna salesiana me siento tan agradecida de haberme educado en una de tus casas salesianas( Maria Auxiliadora de Almagro Cap. Fed.)Don Bosco y mama Margarita que linda obra que hicieron!! seguramente estan los dos contemplando el rostro de el omnipotente...GRACIAS POR TODO!!!!
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