2001: el año del "voto-bronca" y la debacle

Cuando el 14 de octubre de 2001 los argentinos volvieron a ir a las urnas poco o nada importaban esas elecciones de renovación legislativa. La decepción y la bronca prevalecían en el ánimo de la mayoría de los electores. Chacho Alvarez ya había renunciado a la vicepresidencia, y aquel ministro estrella de Menem, Domingo Cavallo, estaba de vuelta en el gabinete nacional sin poder encontrar recetas salvadoras. El gobierno de De la Rúa enfrentaba un cuadro de inédita gravedad: el riesgopaís por las nubes, rumores de imposibilidad de pago de la deuda externa, la coparticipación atrasada y los provincias recurriendo a la Justicia para obtenerla. Esta es la elección del “voto-bronca” cuando la consigna de muchos votantes fue poner cualquier cosa dentro del sobre, hasta una feta de fiambre, para expresar el descontento y la desilusión.
No importaba el resultado de la elección porque se intuía que, cualquiera fuese, luego podría venir lo peor. Y vino. Cuatro meses después la gente marchó a Plaza de Mayo al grito de “que se vayan todos” y haciendo sonar cacerolas. Primero se fue Cavallo, después De la Rúa, y la imagen del helicóptero que alejó al presidente renunciante de la Rosada pasó a ser una de las más tristes de la historia nacional. Las jornadas violentas de los días 19 y 20 de diciembre dejaron un saldo de más de treinta muertos.

¿El resultado de aquellas elecciones? El “voto-bronca” ganó en la Capital con el 26,3 por ciento. El consolidado de todo el país para el justicialismo llegó al 50 por ciento, y esa misma noche comenzó a especularse con quienes serían sus a candidatos a presidente: Ruckauf, Duhalde, Reutemann, eran los más nombrados.

A nivel local, y por primera vez, triunfó Gustavo Pulti, encabezando una lista de concejales que recibió 59.865 votos (30,85 %), seguido del justicialismo, 42.080 votos (21,69 %) y la Alianza, 29.629 (15, 27 %)

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