Dar nombres a las calles, un ejercicio de poder

por María Liliana Da Orden* y Oscar Lardizábal**

La historiadora Ana Laura Lanteri estudió especialmente la primera evolución de la nomenclatura de calles en la ciudad, entre los años 1880 y 1916, tarea en la que se basa un artículo suyo en la última edición de "Nexos", revista científica de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Opina ahí que el discurso político de cada elite dirigente se refleja en esa nomenclatura, y en esos años, últimos del XIX y primeros del XX, tiempo de formación del Estado y fuertes oleadas inmigratorias, el poner nombre a las calles era una forma de promover la "argentinidad" y al mismo tiempo de convalidar el poder político en la joven ciudad.
El primer antecedente de darle a Mar del Plata una nomenclatura integral, precisa Lanteri, data de 1886 a partir de la iniciativa de un "municipal", como se llamaba entonces a un concejal. Fue entonces cuando se impusieron las designaciones de Patricio Peralta Ramos (por el fundador) y Pedro Luro (el impulsor), éste para la actual avenida, que antes era llamada América. Es también en esa instancia cuando se establecen para sendas calles los nombres de las 14 provincias y se da a las paralelas a la avenida Luro nombres de los presidentes (incluyendo al de Juárez Celman que luego desaparecería) y de los proclamados héroes de la Independencia argentina y americana por la historiografía liberal.
En el mismo sentido se recurre a fechas históricas: 25 de Mayo, 9 de Julio, 3 de Febrero y 17 de Septiembre, estas dos últimas por las batallas de Monte Caseros y de Pavón, símbolos del liberalismo triunfante al que aludimos. La última citada habría de ser cambiada por la del 11 de Setiembre en honor a Sarmiento.
No faltó el debate de si no era mejor --por orientación y ordenamiento-- señalar números en vez de nombres, como se hiciera después en La Plata, pero ese deseo de hacer civismo con los nombres ganó la puja. Muchos años más tarde la cuestión volvió a discutirse: esta bien, dejemos los nombres --dijo un concejal-- pero también pongamos números para facilitar la movilidad urbana. Tampoco prosperó esta vez la idea de los números para ubicar las calles. El sistema de numeración domiciliario, de a cien por cuadra, que data de 1910 cuando lo dispusiera el comisionado César Ceretti, será un indicador del crecimiento de la ciudad: ya no será suficiente la calle y alguna otra referencia del vecindario para identificar las casas.

Mitre por Mendoza

A lo largo del siglo XX, la designación de calles marchó según las oscilaciones políticas del país, de la provincia y la ciudad. Así, a fines de la década del diez la inauguración de la plaza Mitre desplazó el nombre de la calle Mendoza por la del primer presidente de la llamada Organización Nacional.
La década infame, la del 30, dejó su marca con el nombre de José Félix Uriburu, el general golpista que derrocó a Yrigoyen. Notablemente así se cambió la denominación de la hasta entonces Avenida Constitución que actualmente conocemos como Avenida Libertad. Pero, además, la calle San Juan sobre la que se ubicaba la Municipalidad, pasó a llamarse 6 de Septiembre, fecha del derrocamiento del líder del radicalismo. Los cambios políticos posteriores también en este caso se impusieron en la nomenclatura y la fecha fatídica para la democracia fue desplazada por Hipólito Yrigoyen.
La impronta socialista de Mar del Plata perdura en numerosas arterias pero baste citar la avenida Juan B. Justo (primero denominada Fortunato de la Plaza, hoy la 39, y desde 1924, con motivo de los festejos de la ciudad, Cincuentenario) y Reforma Universitaria. El entusiasmo socialista llegó a imponer William Morris a una vía de circulación.
También por acción socialista, figuras destacadas por su obra en la ciudad tuvieron su momento, así el boulevard Lanfranconi pasó con el avance de la urbanización a recibir el nombre de Juan H. Jara, un destacado médico del lugar.
A lo largo de la historia quienes no se pueden defender (Los Andes, por ejemplo) tienen que dejar su lugar a la reparación histórica del nombre Teodoro Bronzini, aunque muchos aún sigan diciendo hoy "más allá (o más acá) de Los Andes". El Padre Dutto tuvo su reconocimiento en el puerto reemplazando a Cabildo. En algún tiempo toda la actual avenida San Juan se llamaba Patagones.
La provincia desplazada en los treinta, así como antes lo había sido Mendoza (que hoy aparece en "la loma") por supuesto no podía estar ausente en las calles marplatenses.
Y el peronismo ha sido el gran desplazado. Quien no refiere que en las dos primeras presidencias de Perón la avenida Independencia era Eva Perón, que hoy como nombre de calle no está en Mar del Plata aunque sí en Batán. Existe la calle Che Guevara, pero no desde hace mucho y alejada del centro.
Originalidades, curiosidades, hubo siempre, claro está, y en este rubro puede inscribirse al actual titular de Vialidad, José Conte, que siendo concejal propuso llamar John Lennon al tramo de la Peatonal entre Yrigoyen y San Luis. No consiguió ésto pero si que una plazoleta lleve el nombre del beatle.

¿Quién fue Galíndez?

Como está por ocurrir con el boulevard Martínez de Hoz, en el puerto, ha sucedido con el Paseo Jesús de Galíndez. Cada tanto alguien se pregunta: ¿por qué ese paseo privilegiado de la costa marplatense lleva el nombre de este poeta vasco que sufrió en la II Guerra Mundial la internación en un campo de concentración de Francia, del que escapó para asilarse en la República Dominicana y años más tarde denunciar las atrocidades de Trujillo hasta ser secuestrado cuando sólo tenía 41 años. Su personalidad se convirtió en un símbolo de las lucha contra las dictaduras, y en él se pensó para rebautizar la costanera sobre la llamada playa de los Ingleses después del conflicto de las Malvinas.
Claro que en ello no debemos dejar de notar la impronta que dejó la inmigración europea en la ciudad. En este caso el poeta, de origen vasco, también hace presente una identidad muy cara a uno de los colectivos de más presencia en la ciudad. Del mismo modo que la calle España y, tiempo después, por acción de otro grupo significativo, la calle Italia a la que, como no podía ser de otro modo, siguió Francia, intercalándose entre los nombres de los que primero fueron Territorio Nacionales, devenidos tardíamente en provincias (Pampa, Chaco, etc.).
En otros tiempos, décadas de los 70, 80 y 90, el crecimiento rápido y en bloque de nuevos barrios planteó la necesidad de imponer nombres a más calles. Se ve que en el ánimo de no soplar sobre los rescoldos de viejas antinomias, a esta altura ya no se optó por acontecimientos o figuras de la historia sino por nombres genéricos y relacionados en cada uno de los sectores. De este modo, y en respuesta a ideales ecológicos, el barrio Fray Luis Beltrán recibió nombres de árboles y los barrios Las Margaritas, San Javier, La Laura y el Tejado nombres de flores como Las Siemprevivas, Las Capuchinas, o Los Gladiolos.
En el barrio 2 de Abril todas las designaciones rinden homenaje a los caídos en Malvinas o a embarcaciones argentinas en esa guerra.
A principios de la década del 90 se quiso perpetuar a escritores y periodistas poniendo a vías del barrio parque Los Tilos nombres como los de Amadeo Courel (fundador del diario El Atlántico), Agustín Rodríguez (por su obra poética y labor en La Capital), Victorio Fagnani, Tomás Stegagnini, Isaac Souessia, etc.
En "La Gloria de la Peregrina" se mencionan ríos: Cosquín, Bermejo, Pilcomayo, Caracaraña, Paraná, Limay, Atuel, Río Ceballos, entre otros. En Stella Maris, barcos célebres; en el Jardín de Peralta Ramos, pájaros; en el Bosque de Peralta Ramos, pueblos originarios; en Sierra de los Padres, los nombres de pila de los primeros vecinos; en Las Dalas, frutales; en La Florida, aviadores; en El Grosellar, escritores y algunos premios Nóbel.
En instancias especiales, y generalmente a pedido de alguna entidad o grupo de vecinos, se hace un reconocimiento a la trayectoria de alguna persona. Un ejemplo citado en aquella recopilación del diario de 1996: a pedido de ALMA las calles 192 y 204 de Las Américas se designaron respectivamente Marcelo Fitte y Enrique Finochietto, por su trayectorias médicas en materia de parálisis y cirugía.

Nombres de mujeres

A fines de los 90, la subsecretaría de la Mujer editó un vasto trabajo de la historiadora Silvia Zuppa que se llamó "Calles con nombres de mujeres", que tuvo la virtud, como lo tuviera antes el ciclo de "Nuestras calles", desarrollado por los periodistas Pedro Leguizamón, Susy Scándali y Leonardo Figueroa en La Capital, de contar quiénes eran esos personajes de los que en general se sabía no mucho más que su nombre estampado en un cartel.
Mencionemos sólo algunos casos: Joaquina Acevedo (una de las primeras educadoras de Mar del Plata), Elisa Alvear de Bosch (presidenta de la Sociedad de Beneficencia, benefactora del puerto, organizadora de la primera fiesta de los Pescadores), Concepción Arenal (poetisa, periodista, pensadora del derecho penitenciario y de la medicina hospitalaria, organizó la Cruz Roja), Trinidad Guevara, en Batán (primera actriz criolla), Rosalía de Castro, también en ese poblado (poetisa gallega, como el propio Domingo Batán que dio nombre a esa nueva urbanización). En el mismo sentido: Herminia Brumana, ex 164, que va de Juan B. Justo a Mario Bravo (destacada educadora y escritora), Madre Concepta Gherzi (fundadora del Santuario en Honor de la Virgen Nuestra Señora de Lourdes), Carola Lorenzini (pionera de la aviación), Pacini de Alvear, Regina, en Batán (cantante lírica, casada con Marcelo T. de Alvear).
Pareciera meramente anecdótico ocuparnos del nombre de las calles, un dato más, entre muchos de los que pueden atesorar eruditos y anticuarios. Sin embargo, sabemos que a lo largo de la historia el nombre ha tenido tiene un poder simbólico innegable. Es el que significa, da sentido y con ello se apropia de la cosa nombrada. En este caso, obedeciendo a los dictados emanados de las dirigencias políticas de uno y otro sector, la nomenclatura de las calles supone un esfuerzo análogo: la apropiación simbólica del espacio público por parte del poder de turno. Con mayor o menor éxito, los nombres de las calles, entre otras prácticas, fueron cimentando un sentido de pertenencia del que, sin embargo, la gente común no estuvo ausente. Más allá de las imposiciones normativas, agrupaciones cívicas de distintos sectores dejaron su impronta en las calles de nuestra ciudad, pero también, por la tradición y el sentido que conllevaba mantuvieron ciertas denominaciones por sobre las normadas marcando de este modo el propio territorio.

* Doctora en Historia ** Periodista

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero comentar que es muy interesante y educativo el tema de la historia de las calles de nuestra ciudad y que la doctora Lanteri ha hecho un trabajo extraordinario. He disfrutado y he aprendido algo nuevo con la presente nota.
Muchas gracias por publicarlo.
Silvia Mandler, MA, MEd.