Primavera del 58, el conflicto de “laica o libre” en Mar del Plata

por la historiadora Mónica Bartolucci

A meses de iniciarse la presidencia del Dr Frondizi, el panorama político de la Argentina parecía complejizarse con el surgimiento dentro de la escena nacional de nuevos y jóvenes actores: los estudiantes. Durante la primavera de 1958, florecieron como ramilletes en varios puntos del país grupos de muchachos y muchachas, que protagonizaron una sucesión de hechos convulsivos en pos de la defensa de sus nacientes ideas políticas, culturales e ideológicas. Provenían todos ellos del ámbito universitario y para sorpresa de la sociedad, de colegios secundarios. Las imágenes dan cuenta de columnas de adolescentes perfectamente aliñados con sus trajes con corbata que marchaban convincentemente, convirtiendo a las calles de ciudades y pueblos del país en espacios de debate, en asambleas estudiantiles, en centros de reuniones informales cuyo objetivo central era la discusión sobre el problema de la educación en la Argentina.

Ciertamente, el desarrollo de estos hechos se dieron dentro de un contexto cultural internacional signado por el inicio de la aparición de prácticas y valores nuevos en la juventud, que tuvieron como sino la alteración generacional y el cuestionamiento de las jerarquías dentro del campo institucional y familiar. Los jóvenes
como grupo social, desde la posguerra en adelante, se fueron convirtiendo mundialmente en sujetos y fundamentalmente en sujetos de consumo, lo que implicó el inicio de una revolución moral, a la que más tarde se le unió en algunos casos, la radicalización política.

En aquella primavera lo que alteró los ánimos generando un debate nacional con voces a favor y en contra, fue la intención del gobierno de Frondizi de reglamentar el articulo 28 del decreto – ley universitario 6403 que se había impulsado inicialmente en 1955, el cual permitía a las universidades privadas otorgar títulos a sus alumnos, compitiendo con las universidades estatales. Esta contienda, recordada como “laica o libre” fue un episodio que sirvió como el escenario donde los protagonistas centrales desplegaron variables ideológicas y conductas que hasta ese momento aparecían como novedosas.

Movilización juvenil

El surgimiento de un sector de la juventud que con su movilización se erigía como agentes de presión y como actores nuevos dentro del campo de la política argentina, el empeño por fraternizar con sectores sociales diferentes -a través de la consigna de la unión “obrero estudiantil” acompañando problemáticas ajenas a su realidad cultural y social, el inicio del cambio de orientación ideológica hacia la llamada “nacionalización mental” en sectores de clase media, y finalmente la homologación que desde el ámbito del poder se hizo entre
el comunismo y el peronismo como agentes de perturbación en la sociedad, son todos rasgos que asomaron aquí de un modo germinal pero que a lo largo de década siguiente pudieron verse con toda nitidez como marcas de la cultura política argentina. En Córdoba, Rosario, Tucumán y fundamentalmente los partidos de la provincia de Buenos Aires se fueron iniciando estos movimientos y Mar del Plata, no quedó afuera de este impulso efervescente. Así, en una ciudad de origen balneario con una población creciente como consecuencia
de la intensa migración interna, durante un período de expansión económica, donde aún no existía Universidad, el conflicto replicó en los colegios secundarios, ocupando la primera plana de los diarios locales. Durante dos meses se registraron conflictos entre los grupos enfrentados dentro de las mismas escuelas públicas, como la pugna entre colegios estatales y colegios religiosos.

Primeras escaramuzas

Sobre aquellos hechos, un protagonista de la época que diez años después ingresó a la organización JP y luego a la organización Montoneros, recuerda sus primeras escaramuzas adolescentes diciendo: “Mi primera participación en la política, yo creo que tuvo que ver con la libre o la laica. Esa fue una actitud. Nos dábamos trompadas con los del Nacional. Me acuerdo que un cura que era antiperonista, con fama de valiente por haberse enfrentado con la Alianza Nacionalista pintó sobre el ladrillo sin revocar de la escuela Don Bosco “Ley 1420, para esclavos”. Libres y laicos nos encontrábamos en el centro, en la esquina de la Jockey Club de Santiago del Estero y San Martín o en la puerta de Sao “ a chumbarnos”, cuando estábamos acompañados por los más grandes, o a escuchar las discusiones que estos sostenían sobre las distintas posiciones. Las discusiones generalmente terminaban a los golpes. Bastaba que nos reconociéramos con la verde o con la violeta para que el enfrentamiento fuera inevitable. Es más, esto llegaba a la familia porque primos y hasta hermanos que iban a diferentes colegios seguían con el tema en sus casas”. La memoria personal es ratificada a través de los textos de la época. El diario LA CAPITAL da cuenta de esta situación casi con exactitud cuando reseña que la tarde del 11 de septiembre se reunieron sendos núcleos de estudiantes en un punto central de la ciudad con el fin de asistir a un acto convocado por los centros de estudiantes del Colegio Nacional Normal y Comercial a los efectos de informar sobre las medidas adoptadas en defensa de la ley 1420 y por la derogación del artículo 28 de la ley 6403/55. Desde allí, y frente a la mirada de “gran cantidad de personas mayores entre los que podían distinguirse muchos profesores, en la esquina diagonal a la ubicación del palco” se produjo un conato con un grupo de estudiantes libres quienes atacaron a los oradores, produciéndose por un largo rato un duelo verbal, entre ambos. Los registros de aquella tarde indican que los libres vociferaban al grito de ¡comunistas a Moscú! Mientras que los laicos gritaban ¡al convento!, mostrando las representaciones mutuas que asumían ambos bandos.

Ausencia en las aulas

El estudiantado defensor de la enseñanza laica generó varias jornadas “en extremo agitadas”. Los conciliábulos y los corrillos de aquella facción tuvieron dos escenarios urbanos privilegiados donde levantaron sus tribunas: la plaza Mitre, un espacio público a sólo una cuadra del Colegio Nacional donde se encontraban “los núcleos promotores”, y la esquina céntrica de San Luis y San Martín. Desde esos espacios erigidos en tribunas, los noveles activistas decretaban la ausencia a las aulas, debatían el apoyo a los paros estudiantiles nacionales, marchaban en columnas portando banderas y carteles expresando a viva voz sus convicciones, hacia los colegios religiosos donde se dictaba clases con normalidad, custodiados por personal de vigilancia “reforzado con efectivos de infantería”. A raíz de ese tipo de sucesos, el jefe de la policía en un comunicado se dirige a la población argumentando que: “se permitirán todas las expresiones que estén encuadradas en la legalidad, que bajo ningún concepto tolerarán el desborde de grupos que pretendan alterar el orden y la seguridad pública, así como atentados a los bienes privados, o pretendan imponer por la violencia sus ideas”, y reforzando la idea generalizada de que los desmanes pudieran estar provocados por agitadores externos nunca definidos claramente, solicitaba a los integrantes de las distintas tendencias que denuncien a: “todos aquellos que pretendan aprovechar la situación a fin de realizar maniobras de agitación,
confusión o desorden ajenas a las legítimas aspiraciones de quienes debaten un problema de interés primordial para la sociedad.” La prensa, la policía, los padres, los jueces y el Ministerio de Educación y Justicia, tomaron partido ocupándose de estos nuevos actores sociales inquietantes. El Colegio Nacional, el Comercial y el Industrial, fueron quienes llevaron la delantera, con alumnos que burlando la guardia policial, ingresaban por las ventanas y superaban en acción a las agrupaciones de compañeros que bregaban por la enseñanza libre. El bullicio estudiantil pasó a la acción manifestante y de allí, se complicó con causas judiciales, en tanto que el juez federal de Azul en más de una ocasión, debió realizar un exhorto a los alumnos para que abandonaran la toma del colegio. Los jefes de la Policía acompañaban la acción, haciendo cumplir la ley participando de la entrega de los colegios a sus autoridades. Desde otra plaza de la ciudad, la plaza Rocha, otra multitud se juntaba alrededor de una tribuna donde se enunciaban fogosos discursos para defender la libertad de enseñanza y gritar sus diferencias con los laicos. Aquí padres y profesores, tomaron una activa participación, llamados según ellos mismos, por “el clamor nacional que en todos los ámbitos y en todos los órdenes e instituciones de la patria se sienten tocados por el problema de la política educacional argentina”.

En su aclamaciones, defendían la posibilidad de elegir la Universidad para sus hijos libremente de acuerdo “con la tradición ideológica de cada hogar donde los profesores no puedan escudarse en las dificultades del desorden educacional que caracteriza al país”, haciendo también una severa crítica al funcionamiento de la democracia argentina. Hacían un fanático llamamiento pidiendo que “frente a estos deberes y a estas conquistas que en cada padre y madre de familia haya un cruzado”.

El coordinador del Instituto Universitario Libre, calificó a la cuestión de la enseñanza como un inmenso escándalo que funcionaba como pantalla de otros problemas mucho mas graves. Afirmó que no era posible la existencia de una sola libertad in todas las restantes y condenó enérgicamente la Ley de Asociaciones Profesionales y “los sistemas de tipo fascista que llevan al sindicato único, a la escuela única, a la estupidez única.” Ideológicamente, el discurso de los libres evidenciaba dos factores claves: su profundo anticomunismo, al censurar al rector de la UBA por su concomitancia con “ideologías extremistas” preguntándose si no habría recibido “un cable de Nikita Krushchev “, y un fanático antiperonismo, o la reedición del conflicto entre Perón y la Iglesia, cuando decían desear tener dificultades para salir de ellas fortalecidos “como se fortaleció la Iglesia cuando fue perseguida por el régimen”. También ellos recorrían las calles portando cartelones con sus consignas y al grito de: “estudiantes sí, esclavos no” y “sepan los congresales: los libres son leales”.

Delegados a la zona

En momentos en que las acciones parecían acelerar al tiempo, los alumnos devenidos en militantes llevaron los objetivos más lejos todavía. Se organizaron para enviar delegados a las ciudades de Lobería, Miramar, Juárez, Tandil, Balcarce, Ayacucho, y Dolores, con el fin de ponerse en contacto con otros pares de la provincia para realizar un Congreso Regional de Estudiantes Secundarios. El Congreso, finalmente fue realizado con la presencia de 20 colegios representando a 10 ciudades, durante el mes de noviembre con el conflicto educacional como telón de fondo. Los debates, los valores que impulsaban y las ideas que defendían los jóvenes ocuparon un importante espacio en la prensa local, sobre todo haciéndose ecos de las aspiraciones de que en la ciudad se fundara una Universidad para la cual ya habían elegido un nombre “la Universidad del Mar”. Dentro de ese programa de acción, se destacaba la necesidad de agremiación entre estudiantes y de una reforma en la estructura educacional actual y de los programas de estudio, pero entre sus propósitos fundamentales se destacaba el acercamiento obrero- estudiantil. Durante horas enfervorizadamente se discutió allí si la formación de posibles cooperativas estudiantiles para lograr el abaratamiento del material escolar, debían reunir sólo a los estudiantes o incorporar a los obreros en ese plan.

Peronismo prohibido

Contamos por ahora con algunos indicios que nos permiten vislumbrar a la agitación estudiantil no sólo como un conflicto educacional, sino como un proceso dentro de un contexto de rebelión político partidario, en la que la figura del peronismo prohibido comenzó a cautivar la atención de los estudiantes. En ese sentido, los recuerdos personales nos ayudan para comprender cuáles fueron los itinerarios intelectuales que algunos de ellos recorrieron. “Amí me gustaba mucho la historia. Ahí hay una raíz del pensamiento nacional que tiene que ver con la educación de los curas ¿no? Los curas no eran sarmientistas, no eran liberales, si bien no se hablaba mucho, estaba latente... Una vez con un cura que era profesor de historia tuvimos una charla, y nos habló del revisionismo... esa fue una introducción a la política. ¡Ojo! en los años sesenta yo conocí a gente de Tacuara, yo asistí a reuniones Tacuara. Había un resurgir del nacionalismo (cuando yo estaba en tercer y cuarto año). (...) No te olvides que estábamos en el gobierno de Frondizi, había una apertura (en relación a lo anterior) Yo no sé por qué motivo, en el ´57 fuimos a competir a un programa de radio y al lado del estudio resulta que estaban haciendo la campaña y nos quedamos mirando la nota ...era uno de la Unión Cívica el que hablaba con el periodista. Las discusiones de los mayores, los debates familiares, las clases en las escuelas donde un profesor o un cura decía algo diferente, podía encender la mecha de una conducta hasta ese momento desconocida en esos jóvenes de fines de los cincuenta. Con el nacionalismo como un nuevo horizonte, y la política enrarecida por los aires de prohibición, el peronismo empezaba a ser una opción por lo menos posible en muchos de ellos, independientemente del bando en el que hubieran actuado durante las tomas y la rebelión. Lo cierto es que poco tiempo después del episodio de “laica o libre” hubo jóvenes, quienes ya se reconocían como peronistas resistentes. De modo que desde la rebelión estudiantil a la actividad política sólo tuvieron que pasar un par de años.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

De quién es este artículo?

Anónimo dijo...

No se quién escribió ese artículo, pero realemente me sorprende porque el movimiento laico del 58 si algo tuvo es que NO ERA PERONISTA.No nos olvidemos que Perón fue quien impuso la enseñanza religiosa en las escuelas. Por favor, que el peronismo no siga tomando banderas que no le pertenecen sino por oportunismo y no por ideas. El movimiento laico fue una continuación de "AQUI FUBA", netamente antitotalitario y en consecuencia no peronista. Y ese movimiento no me lo contaron lo vivi con toda la fuerza de mi juventud y sigo creyendo en esa posición de enseñanza laica, gratuita y estatal.

Anónimo dijo...

Gerardo Petrarca

Yo fui uno de los dirigentes de la Federacion de Estudiantes Secundarios en nombre de mi colegio, el Nacional. Conocì muy bien el proceso que nos llevò a participar en una lucha que al efectivamente al principio no entendìamos bien, pero en poco tiempo y luego de leer muchos antecedentes sobre las causas que llevaron a la implementaciòn de la ley 1420 y sobre la Reforma Universitaria del 18 nos fuimos convenciendo de que nuestra lucha oponièndonos a que se modificara la ley 1420 era justa. Interpretàbamos que la curia en la Argentina siempre tuvo la costumbre de presionar a los gobiernos de turno para seguir obteniendo otras ventajas, muchas veces ideològicas, pero otras econòmicas. Si habìa opiniones polìticas ? Claro que las habìa, pero èramos apenas adolescentes y la gran mayorìa solo respondìa a la solidaridad. Conflictos con los estudiantes de escuelas religiosas ? Los hubo, pero eran grupos radicalizados que existen en todo movimiento. Lo que puedo asegurar es que en la Federaciòn convergìan delegados de las escuelas confesionales y si bien no podìan obviamente participar junto a nosotros, estaban muchos de ellos de acuerdo con nuestros planteos y eran alumnos de esos colegios porque sus padres lo habìan decidido, no porque esos compañeros de antaño estuvieran de acuerdo.
La lucha se abandonò a pedido de la Federaciòn Universitaria de La Plata porque se consideraba perdida
a poco de ser tratada la ley en el Congreso Nacional. Hoy vemos que no nos equivocamos en esa època, solo falta buscar un poco cual es la formaciòn ideològica de esas universidades confesionales, a las que concurren a los que no les preocupa estudiar mejor las materias de teologìa que las especìficas de sus carreras. Comparen las cuotas que cobran la UCA, la Kennedy, la Austral y otras y los comentarios al respecto son nobvios. Fijense cual es la extracciòn polìtica de muchos de sus egresados y se daràn cuenta de que la democracia que dicen exhibir en sus actos polìticos no son màs que mentiras que luego de ser electos sacan a relucir el fascismo màs exacerbado.Mi padre luchò en el 22 en Buenos Aires por la reforma universitara como alumno de la UBA, a mi me tocò hacerlo en Mar del Plata en el 58. Creo que, desde el cielo mi padre y yo todavìa en la tierra, nos sentimos orgullosos por haber luchado por los ideales populares de ambas èpocas.

Anónimo dijo...

Gerardo Petrarca

Yo fui uno de los dirigentes de la Federacion de Estudiantes Secundarios en nombre de mi colegio, el Nacional. Conocì muy bien el proceso que nos llevò a participar en una lucha que al efectivamente al principio no entendìamos bien, pero en poco tiempo y luego de leer muchos antecedentes sobre las causas que llevaron a la implementaciòn de la ley 1420 y sobre la Reforma Universitaria del 18 nos fuimos convenciendo de que nuestra lucha oponièndonos a que se modificara la ley 1420 era justa. Interpretàbamos que la curia en la Argentina siempre tuvo la costumbre de presionar a los gobiernos de turno para seguir obteniendo otras ventajas, muchas veces ideològicas, pero otras econòmicas. Si habìa opiniones polìticas ? Claro que las habìa, pero èramos apenas adolescentes y la gran mayorìa solo respondìa a la solidaridad. Conflictos con los estudiantes de escuelas religiosas ? Los hubo, pero eran grupos radicalizados que existen en todo movimiento. Lo que puedo asegurar es que en la Federaciòn convergìan delegados de las escuelas confesionales y si bien no podìan obviamente participar junto a nosotros, estaban muchos de ellos de acuerdo con nuestros planteos y eran alumnos de esos colegios porque sus padres lo habìan decidido, no porque esos compañeros de antaño estuvieran de acuerdo.
La lucha se abandonò a pedido de la Federaciòn Universitaria de La Plata porque se consideraba perdida
a poco de ser tratada la ley en el Congreso Nacional. Hoy vemos que no nos equivocamos en esa època, solo falta buscar un poco cual es la formaciòn ideològica de esas universidades confesionales, a las que concurren a los que no les preocupa estudiar mejor las materias de teologìa que las especìficas de sus carreras. Comparen las cuotas que cobran la UCA, la Kennedy, la Austral y otras y los comentarios al respecto son nobvios. Fijense cual es la extracciòn polìtica de muchos de sus egresados y se daràn cuenta de que la democracia que dicen exhibir en sus actos polìticos no son màs que mentiras que luego de ser electos sacan a relucir el fascismo màs exacerbado.Mi padre luchò en el 22 en Buenos Aires por la reforma universitara como alumno de la UBA, a mi me tocò hacerlo en Mar del Plata en el 58. Creo que, desde el cielo mi padre y yo todavìa en la tierra, nos sentimos orgullosos por haber luchado por los ideales populares de ambas èpocas.